A muy poca distancia del Paseo de Gracia, y en pleno corazón de la Dreta de l’Eixample, se halla el barrio de la Concepció, el área más decididamente burguesa del Ensanche barcelonés. Su corazón es el mercado (Aragó 313-317), construido en 1888 y reformado un siglo después. Responde a la tipología de arquitectura industrial, típica de la segunda mitad del siglo XIX, y hoy en día lo comparten puestos de toda la vida, tiendas y supermercados. Las calles que lo rodean son riadas incesantes de actividad y tráfico, en las que todo luce elegante y reservado. No en vano, la zona cuenta con tiendas estupendas, galerías de arte, restaurantes y una arquitectura sobresaliente. Se trata de una zona en la que el cosmopolitismo y la cotidianidad de Barcelona se funden en perfecta armonía. Proponemos esta pequeña guía para conocerlo.
Secretos arquitectónicos
El indiscutible icono monumental del barrio está a pocos metros del mercado: un insospechado templo gótico del siglo XV, la iglesia de la Concepció (Aragó 299). No formaba parte de los planes de Ildefons Cerdà –artífice del Eixample barcelonés– sino que fue trasladada desde el casco antiguo de Barcelona en 1871, junto con su claustro. Este último, al que se accede desde la calle Roger de Llúria 70, es un oasis de paz. Sus arcadas y sus jardines son maravillosos.
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Muy cerca de aquí se hallan tres bellos ejemplos de arquitectura modernista, construidos a principios del siglo XX y peculiares cada uno de ellos por un motivo. En primer lugar, la Casa Santurce, de Miquel Madorell (València, 293), tiene unas tribunas coronadas por torres metálicas que se antojan los sombreros de las señoronas del fin del siglo XIX. La Casa Granell, de Jeroni Francesc Granell (Girona 122), ofrece una delicadísima portada de aires Sezession, con sus ventanas lilas ornamentadas y sus esgrafiados. Finalmente, la casa Jaume Forn (Roger de Llúria 82), de Jeroni Granell i Domènec Boada, luce las tribunas más soberbias del barrio.
Por su parte, la Casa Elizalde (València 302; +34 93 488 05 90) es el centro cultural de referencia de la zona. Palacete de estilo clasicista, alberga exposiciones temporales y un discreto patio que invita al descanso. Pero para desconectar, nada mejor que el interior de manzana de la Torre de les Aigües (Roger de Llúria 56). Atravesando un largo pasillo llegaremos a un jardín de magnolios en el que destaca un macizo torreón de ladrillo que se construyó en 1870 como depósito de agua. Junto a él hay una miniplaya y una pequeña piscina que en verano están de lo más animadas.